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Un ratito de paz

Hoy me he despertado más tarde de lo normal, es mi único día libre de la semana y siempre me doy el lujo de dormir un poco más. Me levanto a prepararme el desayuno y me siento en la butaca del salón, de cara a la ventana. Está lloviendo mucho y se me han quitado las ganas de ir a dar un paseo, pero hago lo que puedo para disfrutar de ese ratito de paz. Decido ir a por el libro que me estoy leyendo y vuelvo a la butaca. Me siento y justo cuando voy a abrir el libro, un jarrón se cae.

Yo invito

—Yo también te quiero, Oliver —me dice, manteniendo esos brillantes ojos marrones sobre los míos, y una sonrisa tímida se dibuja en su rostro. Acaricio su pelo castaño y me inclino para besarla al mismo tiempo que ella se pone de puntillas. Me despierto por culpa de la alarma, sobresaltado y con las sábanas enredadas en las piernas. No puede estarme pasando esto otra vez. Suspiro y me levanto para ir a darme una ducha. Me visto, cojo mis cosas y voy hasta la parada del bus. Ojalá fuese sábado y hubiese podido quedarme en cama, habría intentado volver a dormirme para poder seguir soñando con ella. Bueno, al menos puedo decir que ya es viernes. El viaje a mi lugar de trabajo dura menos de lo que me habría gustado. Sé que hoy volveré a verla, me sentaré sobre mi escritorio y en unos minutos la veré entrar por la puerta con esa radiante sonrisa, me descubrirá observándola y me saludará con la mano. Suspiro de nuevo y bajo del autobús, entro en el edificio y subo en ascensor hasta la p